
Música, perdición de Orfeo y primer ardid de hermes quién al día de nacido transformare una tortuga en citára, una forma de expresión, pero más que nada una forma de comunicación, no solo en el sentido intersocial, sino como una forma de comunicación aun con el subconsciente. Este es un tema que ha surgido y vuelto a surgir en charlas con varios de ustedes. Me temo que en algunos casos, lo que planteé no quedó claro, lo que ha alzado mas alboroto que cuando el Senado tuvo que prohibir las bacanales en Roma en el año 186 a.c. Debido a ello, utilizaré este medio para explicar mi argumento. Quienes tengan opiniones o críticas al respecto, que tomen forma de comentarios por favor.
Como algunos sabrán (y los mas que no se han dado cuenta de su entorno), la música como ente comercial ha sufrido varios altibajos, muchos se quejan de que ya no sea negocio, pero hay que analizar el cómo y él porque, solo basta con encender el televisor o visitar su tienda de discos local para darse cuenta del primer problema, la mercadotecnia del pop. Y no es que este afirmando que el resto de los “géneros” no la utilicen, pero hay que ver de que forma, ahora cualquier banda de carácter juvenil que sepa tres acordes de guitarra puede lanzar un álbum, el resultado carece de calidad y contenido, pero gusta a las masas de púberes inseguros e ignorantes de lo que escuchan, una especie de escape tal vez?, bueno la explicación es simple, las notas como todos saben causan estímulos y sensaciones en el escucha a nivel cerebral un sonido o una nota corresponde a una determinada frecuencia de sonido.
Por ejemplo, la nota “la” (A) corresponde a 770 MHz. Esto quiere decir que el sonido es un continuo (un espectro) que se extiende desde frecuencias muy bajas que se escuchan como sonidos intermitentes hasta frecuencias tan altas que el oído humano no puede percibirlas. Dentro de ese espectro se encuentra el espectro que el ser humano puede oír.
En algún momento de la historia, la cultura occidental, decidió dividir el espectro audible en pequeños fragmentos de frecuencia que constituyen los denominados “semitonos”. Es decir, la diferencia de frecuencia que existe entre una nota y su sostenido (o bemol). ¿Qué quiero decir con esto? De una nota en el piano a la inmediata siguiente hay una diferencia de frecuencia, y en la música occidental, jamás escucharemos “cuartos de tono” u “octavos de tono” al menos que el cantante o un instrumento esté desafinado.
Es decir, si por ejemplo un “la” son 770 MHz y un “la sostenido” (la siguiente nota) son 790 MHz, en la música occidental jamás escucharemos el sonido que corresponde a la frecuencia 780Mhz. En el caso de la música oriental (la música Gamelán de Indonesia o la música árabe) suelen incluirse cuartos de tono, octavos de tono y sonidos que para los estándares occidentales son considerados “desafinados”.
En todo caso, algunos sabrán que las canciones, tal y como son concebidas en occidente, están estructuradas en acordes. Estos acordes corresponden a combinaciones de 3, 4 y hasta cinco notas encuadradas dentro de una escala (por ejemplo, sol menor, la sostenido mayor, re mayor, etc.…) y que por alguna razón “tienen” sentido para el cerebro humano. Hacen un contrapunto que suena agradable para nuestro cerebro y por ende esto produce sensaciones, y estas sensaciones placer, la ignorancia es una bendición según dicen.
No todas las combinaciones de 3, 4 y 5 tocadas simultáneamente notas le hacen sentido al cerebro humano. La mayoría nos parecerían abstractas y evocarían un sentimiento desconcertante. A pesar de ello existen combinaciones que evocan sentimientos comprensibles. Por ejemplo, si, dentro de una determinada escala mayor compuesta por ocho notas toco la primer, la tercera y la quinta nota, verán que el sonido que se emite hará sentido y evocará un sentimiento de confort y alegría, esta es en parte la explicación de que tan sencillos acordes acompañados de letras insulsez y sencillas provoquen tanta euforia por lo menos en un ser tan vulnerablemente afectable e ignorante. Si, por el contrario, bajo la tercer nota un semitono, el sonido evocará un sentimiento de tristeza y melancolía. Esto quiere decir que existen ciertos patrones, ciertas combinaciones de frecuencia, que tienen sentido en el cerebro humano y evocan (o mejor dicho provocan) distinta clase de sentimientos.
Ergo surge la siguiente hipótesis, ¿Estas combinaciones que evocan sentimientos existen en la naturaleza y por eso fueron registradas y utilizadas a lo largo de la historia o son construcciones sociales a las cuales nuestro oído está acostumbrado y por ello existen?
Yo insisto en que no son construcciones. Sostengo que estos patrones existen en la naturaleza, por eso un perro o un mono se tranquilizan con música clásica y se ponen nerviosos con música abstracta y disonante como pueden ser algunas de Phillip Glass, George Crum, e Incluso Radiohead. Creo que es algo que da para pensar, ya que si existen estos patrones de frecuencia que evocan sentimientos agradables en la conciencia puede querer decir que...
Otros tipos de belleza pueden existir, y no ser necesariamente construcciones sociales fruto de nuestra experiencia empírica, sino patrones que deban ir mas allá, mas allá de los mismos tres o cuatro acordes repetitivos, coros pegajosos y estrellitas de plástico y vacías, alguna deconstruccion que nos evoque sentimientos nuevos y que eduque nuestros oídos (o los desacostumbre llámele usted como quiera) de lo mismo de siempre, que la gente se atreva a escuchar algo que sea como ver un Picasso.
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